He llegado a la conclusión de que debemos cambiarlo TODO.
Dicho esto, ahora les cuento un ‘chisme’. Pero, aunque es personal, también es político, y aunque se puede leer en clave únicamente de mis emociones (rechazo, ardidez, frustración) también puede leerse de una forma más colectiva e interesante, espero.
Hace varios meses alguien me invitó a escribir un texto para una revista digital de próximo lanzamiento. Me dijo que el primer número sería sobre Feminismos, y a mí se me ocurrió escribir sobre género y clase. Envié mi texto, y fue rechazado. No se me ofreció ninguna remuneración en principio, pero tampoco me ofrecieron la posibilidad de editarlo o de trabajar con alguien del consejo editorial para su mejoría y publicación. Fue un rechazo tajante (quienes trabajan en la academia: no fue un ‘publicable con cambios’, sino ‘no publicable’). “Gracias por tu interés, más suerte la próxima”.
Yo me saqué de onda porque tengo 36 años, y por lo menos 16 de ellos se han tratado de escribir y publicar de forma constante. Son los gajes del oficio pero, vaya, no era un journal arbitrado sino una revista digital de ensayo y opinión personal. Alguien me dijo “quizás tu texto les pareció muy radical”. Pero, ya saben, síndrome de la impostora y todo eso: mis ideas ni son tan originales, ni son tan radicales, ni son tan importantes como para que alguien tenga interés en silenciarlas, menos que menos un consejo editorial integrado por académicxs de élite; no, seguro es que sí me quedó mal escrito.
Pero me quedé con “la espinita” y decidí hacer el experimento de mandar el texto tal cual a otra revista, esta vez una de izquierda un poco más crítica. Ahí lo aceptaron con apenas unos cambios, se publicó a finales de mayo y lo pueden leer aquí: https://revistacomun.com/blog/mi-feminismo-como-mi-cafe-sin-analisis-de-clase/
Pensé que quizás la otra revista (la que todavía no se publicaba) tenía una línea editorial diferente, no sé. En ese momento sólo me cuestioné por las prácticas de una revista de izquierda: se trata sólo de contenido, o también del tipo de relación que se establece con sus potenciales colaboradorxs? No tendría que haber un ejericio más horizontal, onda ‘tu texto está disperso, pero vamos a trabajarlo juntes’, en vez de un tajante ‘no nos gustó lo que escribiste y no lo vamos a publicar?’.
Esta semana se publicó el primer número de esa revista, que se llama Río Arriba. Por curiosidad, fui a ver qué textos habían salido. Me encontré éste, que se llama “Mujeres y riqueza en México” y pueden leer aqui: https://rioarriba.mx/articulo.php?iden=mujeres-y-riqueza-en-mexico
Estoy poniendo los enlaces a los dos textos no porque me interese que se comparen en términos académicos o de escritura. No conozco a la autora del texto, y su investigación me parece tan respetable como cualquiera. Pero si leen los dos se van a dar cuenta de que las premisas y posturas políticas son no sólo distintas sino opuestas y, diría incluso, antagónicas. Mientras mi texto insiste en la necesidad del análisis de clase en los estudios de género y feministas, el otro se enfoca en la injusticia de que las mujeres estén subrepresentadas en las élites económicas del país. Después: que uno se haya aceptado en esa revista y el otro no, me hace pensar que, en efecto, hay cierto feminismo de élite al que sólo le interesa repetir un discurso sobre igualdad que YA NO NOS DA.
Pienso que el discurso de igualdad de género ya es totalmente insuficiente y en servicio del status quo. ¿Igualdad de quién, con quiénes, en qué términos y en qué sistema? Mientras el hombre blanco burgués siga siendo nuestra medida, se seguirá sosteniendo este capitalismo racista y heteropatriarcal. El problema es que para muchas, este sistema es El problema, esta forma de vida es la que necesiamos transformar. El mundo ya no aguanta más, amistades. Nos estamos acabando el planeta, la gente se sigue muriendo por no comer o por mal comer, no tenemos salud ni vivienda, vivimos cansades, el trabajo productivo cada vez es más tirano con nuestros cuerpos vividos, y el reproductivo sólo logra gestionarse a partir de injusiticas raciales y de clase. Por eso digo que ciertas nociones de igualdad ya no nos alcanzan.
En fin, a mí me da alegría pensar que para ciertos grupos mi pensamiento puede ser incómodo. Me siento muy honrada de algunos rechazos. Quisiera decir que la maginalidad se me da bien porque llevo años amistándome con ella. Pero quisiera también retomar las palabras de la gran poeta (negra, working class, lesbiana) Pat Parker. Luego de muchos rechazos, Pat fue a una lectura de poesía en la que la recibieron como rockstar y a partir de ahí le cuenta en una carta a Audre Lorde (su mentora) que: “It did make me realize that there are still people out there who believe in me and my work. So then I got angry. I decided that the way to prevent people from dismissing me and what I’m doing is to do so much more of it that it’s impossible for them to get away with it”. Así me siento, con ganas de escribir mucho, mucho más, de pensar mucho, mucho más, de incomodar mucho, mucho más. Hasta que todomundo diga “Natalia?, ah sí!!! la panfletaria esa que no suelta el tema de la clase”.
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